Brunei, el país del petróleo y las leyes de la Sharía
La isla de Borneo alberga en su costa norte al pequeño sultanato de Brunei, un país curioso donde los haya ya que, siendo tan pequeño en territorio, es nada más y nada menos que el cuarto más rico de Mundo. Gracias a las ganancias derivadas de la venta de petróleo, el Sultán se hace cargo del mantenimiento de las infraestructuras del país, del pago de la educación y de los gastos de sanidad. Además el estado ha implementado un alquiler social de 150 euros mensuales para los jóvenes recién titulados y se han eliminado los impuestos que graban sobre los salarios de la población.
La otra cara de la moneda es que el estado es cada vez más estricto en su interpretación del Islam. Desde el año 2014 hay multas y penas de cárcel para los que no vayan a los rezos del viernes, los que tengan comportamientos indecorosos o las mujeres que se queden embarazas fuera del matrimonio. Amputaciones y latigazos por consumir alcohol o robar. Lapidaciones en los casos de adulterio y de relaciones sexuales con personas del mismo sexo. Toda manifestación religiosa diferente al Islam ha sido silenciada y apartada de la vida pública y de las calles. Cinco años de prisión le esperan a aquél que comete el “crimen” de celebrar la Navidad. Absurdo. Cuando llegué a la capital del país no tenía absolutamente ni idea de lo que estaba pasando en Brunei. Enterarse de todas estas cosas, asusta.

Hoy en día la población acepta los excesos de la dictadura islámica porque les compensa el comfort económico que les brinda el Sultán. Pero que pasará cuando el recurso más preciado del país se acabe? Según un informe de BP las reservas de petróleo y gas se agotarán en 24 años. Ante la futura crisis del petróleo y en un intento de redirigir su economía, el gobierno se está centrando en negocios de carácter islámico. El objetivo es llegar a ser un HUB de exportación de alimentación Halal y atraer turismo al país, en especial a la jungla tropical que conserva virgen casi en su totalidad.
Fue siempre Brunei un país tan estricto? Como en el resto de países del Sureste Asiático, en estas tierras hubo mucha influencia oriental y occidental. Los primeros escritos que citan Brunei hablan de su relación comercial y política con China en siglo VI, para pasar más tarde a la influencia Hindú hasta la época colonial (1521) en que los barcos de Magallanes anclaron en las costas de Borneo. Hasta hubo un pequeño paréntesis español en la denominada Guerra de Castilla (Perang Kastila), que se libró en 1578 y en la que el sultanato resultó derrotado. A pesar de ello, la ocupación española sólo duró 72 días. En 1888 se convirtió en protectorado británico y en 1929 iniciaron la explotación de petróleo. Después de la ocupación japonesa en la 2GM se inició el proceso de independencia del país, tal y como pasó con Malasia y Singapur. En el año 1984 Brunei se convirtió en el actual sultanato que, con el pasar de los años, ha ido radicalizando su política religiosa.
La capital, Bandar Seri Begawan, es una ciudad silenciosa como el resto del país. La vida transcurre pausadamente debido en parte a la baja densidad de población. Es un claro contraste comparado a los otros países del Sudeste Asiático donde el frenético bullicio es constante. Pasear por el centro es casi como pasear por una ciudad fantasma, no hay apenas gente por las calles. Aquí nadie quiere, ni busca problemas.
Los museos de la ciudad son gratuitos, entre ellos el Regalia Museum donde se muestran los carísimos regalos que ha ido recibiendo el Sultán de parte de mandatarios internacionales y el Brunei History Center, que centra en la evolución del país durante los últimos siglos. En el primero apenas hay explicaciones en inglés, en el segundo los paneles están muy mal diseñados y es muy difícil seguir el hilo del discurso museográfico.
Por 1B$ puedes coger una barca que te lleva a la otra orilla del río donde puedes pasear por Kampong Ayer o Water Village una barriada de pescadores con humildes casas de madera construidas sobre pilotes en el agua. El conjunto engloba 42 aldeas flotantes unidas por 38km de pasarelas. Pese a haber sido derruido en gran parte para construir la mezquita del Sultán Omar Ali Saifuddie, sigue siendo el pueblo flotante más grande del mundo.
La mezquita Sultán Omar Ali Saifuddie fue construida y amueblada con materiales nobles de todo el mundo, incluidos mármol de Italia, granito de China, candelabros y vidrieras de Inglaterra y las alfombras más caras de Arabia Saudita. Los atributos clásicos de la arquitectura musulmana en sus ornamentadas cúpulas, arcos y minaretes predominan el skyline de la capital.
La clase trabajadora, menos fastuosa, se congrega a la noche en el Night Market, donde los puestos de comida callejera hacen honor a la riqueza del país y sobrepasan de largo el estándar de limpieza comparado con el resto del Sudeste Asiático. Los precios raramente superan 1B$ por ración. La gastronomía en es idéntica a la Malaya, abundan los puestos de Nasi Lemak y de Popiah, rollitos fritos muy populares en Singapur.
Viajé a Brunei porqué estaba a unas pocas horas de distancia y la curiosidad de conocer un país nuevo pudo conmigo. Valió la pena? Sin duda cenar todas las noches la comida deliciosa del Night Market es un punto a favor pero el país en sí no ofrece mucho, los museos no están preparados y no hay ningún atractivo singular. A parte del escaso valor turístico, estoy absolutamente en contra de las leyes de la Sharía que rigen el día a día de la población local. Si lo hubiera sabido con anterioridad, no hubiera visitado el sultanato.