Bohol, una versión condensada de todo lo que ofrece Filipinas
Hace unas semanas aún no estaba seguro de cual iba a ser mi próximo destino, afortunadamente decidí incluir a las islas Filipinas y la decisión no pudo ser más acertada. El viaje desde Australia fue largo, pero volar a Filipinas resultó ser una de las mejores experiencias del viaje, volver al Sudeste Asiático nunca es un error. El país es un vasto conjunto de 7000 islas que se extiende a través del Océano Pacífico. Una tierra de piratas y contrabandistas, antiguas tribus y misteriosas junglas, volcanes activos, colinas color chocolate y cayos deshabitados.
La razón principal por la que la mayoría de la gente visita Filipinas es por las playas, y sinceramente no fui la excepción. Sin embargo, hay mucho más en este país tan diverso que playas paradisíacas de arena blanca y hubiera sido una pena no aventurarse más allá. En la búsqueda de lugares diferentes que visitar di con la isla de Bohol, situada en el archipiélago de Bisayas, a escasas 2 horas en ferry de la isla de Cebú. Es la décima isla más grande de Filipinas, una versión condensada de todo lo que puede llegar a ofrecer el país.
Uno de los highlights de la isla son los Chocolate Hills, 1.268 montículos cónicos situados en un área de 50 kilómetros cuadrados que se vuelven de color marrón claro tras la desaparición de la hierba en la estación seca (desgraciadamente el nombre no les es dado por estar formadas de cacao!). Una de las leyendas locales cuenta que los montículos nacieron hace milenios, cuando dos gigantes lucharon entre sí, arrojándose piedras y tierra. Otra cuenta que las colinas son lágrimas de un un joven gigante que lloraba la muerte de su amada. Las teorías de los geólogos en cambio, dicen que las colinas son formaciones erosionadas de una piedra caliza marina que yacen sobre una base de arcilla impenetrable. Sea como fuere, las Chocolate Hills impresionan al ser un paisaje muy original y único en el mundo.
El camino hacia los Hills me transmitió muchísima calma, pese que bastante a menudo las condiciones de la carretera exigían una concentración máxima. Conducir por las carreteras de Asia es un viaje en el tiempo, un viaje al pasado. La gente sigue sembrando, cultivando y recolectando como se hacía antaño en nuestros países. Ves cosas que seguramente ya no existen si sales de las grandes ciudades occidentales. Cuantas veces había visto trabajar el campo con Búfalos de agua? Ninguna antes de venir a Asia.
Cabañas de madera perdidas por arrozales, jeepneys que brillaban al sol con sus tonalidades multicolor circulando abarrotados de personas y preciosas iglesias de construcción española que aún siguen en pié. En ese momento me enamoré de Filipinas.
Si te gusta la fauna local, un punto de visita obligatoria es la Tarsier Conservation Area , un santuario para el tarsiero filipino, el primate más pequeño del mundo. Estos pequeños mamíferos son animales nocturnos, insectívoros y presentan un tamaño de apenas unos 15 centímetros, caben en la palma de un hombre adulto. Normalmente durante el día duermen en agujeros oscuros cerca del suelo, lo que hace muy difícil su localización (digo normalmente porque durante la visita los 5 tarsieros que viven en el santuario estaban subidos a sendos árboles…). Estos simpáticos animales son miedosos y se estresan con facilidad, quizá por ello han desarrollado la capacidad para comunicarse con ultrasonidos, siendo junto los delfines, orcas, ballenas y los murciélagos los únicos mamíferos que se comunican de este modo.
Pero si has venido hasta aquí, seria un pecado capital no visitar las playas de Bohol y practicar el submarinismo. Aquí encontré unas aguas cálidas (las temperaturas que oscilan entre los 27 y 30 grados a lo largo del año), una visibilidad media de 25 metros y sobretodo arrecifes únicos con una sorprendente variedad de corales y batallón de peces de multicolor.
El submarinismo ha sido un gran reto para mi. Era una de las cosas que siempre había deseado hacer. Imaginarme debajo del agua, a 20 metros de profundidad rodeado de peces… la curiosidad por probar esa sensación era enorme. Estudiar la teoría para sacarse el titulo fue bastante fácil, pero una vez metido en la piscina para practicar los ejercicios de emergencia tuve un ataque de ansiedad. Lo pasé muy mal, en mi vida me había pasado algo así. Respirar en un medio en el cual no perteneces es algo que puede llegar a superarte, más para una persona como yo que prefiere tener todo bajo control.
Richard y Virginia, mis dos instructores del Alona Bohol Divers Club me ayudaron a superar el miedo, a creer en que podía hacerlo. Con su confianza y seguridad me animaron a seguir y a probar lo que resultó ser una de las mejores experiencias de mi vida. De hecho, ahora os escribo como buceador certificado PADI y se lo debo en gran parte a ellos. Ha sido una gran prueba de superación personal.
Mi primera inmersión fue en Dojlo Point, playa en la cara oeste de la isla. El descenso es por una pared que se inicia a los 3 llega hasta los 40 metros de profundidad (no me aventuré tan abajo). Dojlo es uno de los mejores puntos de buceo en Panglao, en el cual podremos encontrar grandes abanicos de mar, coloridos corales por todas partes de la pared y a poca profundidad. Si tienes una vista aguda podrás diferenciar los Peces Sapo gigantes (Antennariidae), que se esconden entre las esponjas y los corales, Peces León (Pterois antennata) y muchas Morenas. Los masters que me acompañaban tenían el ojo bien adiestrado y eso hizo que las inmersiones fueran espectaculares. (Las fotos subacuáticas que publico son cedidas por la escuela de buceo, suficiente tenía yo con respirar a 20 metros como para sacar fotos!)
El segundo día baje a Garden Eel y a House Reef (Alona Beach). El descenso es por la pared que se inicia entre los 3 y 6 metros y llega hasta los 24 metros, entre cuevas y grietas, el hogar de miles de coloridos y diminutos peces. Encontramos también Anguilas de jardín (Congridae), Peces León y gran variedad de nudibránquios (moluscos sin concha).
El tercer día, ya con más confianza, visité Kalipayan. Conocido como la Happy Wall, es una pared por la que se desciende a partir de 3-4 metros y que puedes acompañar hasta los 40 metros de profundidad. Aquí pude ver tres Peces León (Pterois antennata) jugando en un pequeño coral en el fondo, una enorme Paguara (Chaetodipterus faber) e infinitos Peces Payaso (Amphiprioninae) escondidos en sus anémonas. Una de las cosas más impresionantes de la inmersión fue encontrarme con una Sepíida (Sepia officinalis), la reina de las ilusiones ópticas. Este cefalópodo es capaz de desaparecer por completo adoptando el color y la textura de rocas y corales gracias las células de su piel, que contienen nanoestructuras luminiscentes que reflejan la luz. En el siguiente vídeo podéis haceros una idea de como cambia el camuflaje. Verlo en directo asombra, casi parece arte de magia.
El colofón final a este viaje dedicado al mar y al coral fue la visita a la Isla de Balicasag. Aquí, tanto el buceo como el snorkel están reconocidos internacionalmente. Lo que lo hace tan impresionante este lugar es que no hace falta nadar demasiado profundo para darle un vistazo a las especies que se juntan debajo de la superficie o a las tortugas que habitan los fondos, llegué a ver 7 en una sola mañana.
Todos sus puntos de inmersión son indescriptibles: un sinfín de vida, flora y color que hace de cada minuto un viaje inolvidable para los sentidos. Un auténtico santuario marino que suele aparecer entre los mejores lugares de buceo a nivel mundial, una visita obligada para todo amante del mar. Evitad las excursiones organizadas y os llevaréis unos recuerdos inolvidables.
Al principio de la entrada os decía que viajar a Filipinas fue una gran decisión, después de haber leído la entrada podéis entender el porqué. Exuberantes arrecifes de coral colinas silvestres de chocolate, campos de arroz de un color verde saturado, todos lugares de una belleza intacta. Y la experiencia no solo se queda en el paisaje y el mar. Gracias a los Pinoy (un término informal para definir a la población local) siento que Filipinas es un lugar donde vendría a vivir. Alegría en las calles, en los hostales, en los mercados. Todos los días.
Ancianos, niños, vendedores y pescadores; todos sonreían después de un cruce de miradas. Bahala na, dicen. Vive el momento, sin preocuparte por el mañana o por el pasado. Vive la vida plenamente, con amor, con los corazones abiertos y la voluntad de ayudar a la comunidad. ¿De dónde eres? muchos te preguntaban, curiosos al comenzar las conversaciones. Después de responderles, ellos te decían con orgullo: ¡Bienvenido a Filipinas!.