Un nuevo comienzo en Georgetown, Malasia
Antes de contaros la siguiente etapa del viaje os quería hacer partícipe de unas reflexiones que han pasado por la cabeza durante mis últimos días en Tailandia…
Los días de tranquilidad vividos en la isla tailandesa de Kho Tao sirvieron para reflexionar sobre estos últimos 5 meses de viaje. En Noviembre emprendí un viaje que supuso decisiones muy difíciles y una ruptura con mi vida acomodada y estable. Fue complicado dejar atrás todo lo que tenía y embarcarme en esta aventura y durante todas estas semanas no he pensado ni un solo momento en que tomé la decisión equivocada.
Romper la zona de confort y entrar en un entorno que no dominas puede ser aterrador en un principio pero si se piensa con claridad y distancia, lo que hace es volcarte en una nueva zona de aprendizaje que, con el tiempo, te hace crecer y mejorar personalmente. Tenemos miedo al cambio, miedo a lo desconocido, pero detrás de eso está el miedo a perder lo que tenemos. Por eso no dejamos los trabajos que no nos gustan o vivimos días anodinos.
Hay días en los que la tensión emocional te tira para casa, por eso deberíamos trabajar más la superación de nuestros miedos (a lo que dirán o pensarán de nosotros, a fallar…). Superar estos miedos aumenta nuestra autoestima y nos ayudará en el futuro a tomar mejores decisiones, a cumplir nuestros sueños.
A la salida en Noviembre pensaba que el viaje me iba a enseñar sobre arquitectura y construcción (esa era mi gran motivación), pero después de estos 5 meses lo que más he aprendido es a escucharme a mi mismo y a confiar en lo que quiero. Aquí estoy experimentando el placer de conocer gente diferente, otras maneras de ver el mundo y desarrollando herramientas personales para cumplir mis objetivos a la vuelta.
Os cuento todo esto por un motivo. He acabado con la planificación del viaje que tenía lista desde antes de partir, ya no tengo un guión listo para seguir. Para mí es el final del viaje, de su primera parte por lo menos. Ahora empieza una segunda que afronto con muchísima alegría, emoción y aún más libertad porque no he consultado absolutamente nada sobre mis próximos destinos. Dejaré que me lleve la deriva. Mi primer nuevo destino del viaje es Malasia.
La isla de Penang, situada al noroeste del país, es uno de los polos de actividad cultural y gastronómica más activos. Su capital, la ciudad de Georgetown, ha sido la primera parada de esta nueva parte del viaje.
A principios del siglo XVI, los comerciantes portugueses en ruta hacia el Lejano Oriente, encontraron una pequeña isla deshabitada perfecta para reponer suministros de agua y madera para barcos. Con el pasar de los años y gracias a su ubicación estratégica en la entrada norte del Estrecho de Malaca, la isla se fue conviertiendo en un hub donde los barcos árabes, chinos, europeos e indios se resguardaban durante los meses de monzón.
Mientras los holandeses decidieron establecerse en el puerto de Malaca, los británicos decidieron hacerlo en Penang. Cuentan los libros históricos de la ciudad que los ingleses, desde los cañones de sus barcos, dispararon hacia la isla monedas de plata para que los locales limpiaran rápidamente a golpe de machete la jungla que dominaba el peñon y que impedía la construcción de un fuerte militar. Así, nació en 1786 Fort Cornwallis, posteriormente llamada Georgetown; la primera colonia británica del Sudeste Asiático.
A fines del siglo XIX, la ciudad vivió el boom comercial que empujaba a Inglaterra y el comercio de caucho, nuez moscada, azúcar, coco y pimienta atrajo a inmigrantes de diversas partes del mundo, especialmente los de China y Europa. Esta mescolanza dió lugar a un casco antiguo de interesante factura colonial que ha sido declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO en el año 2008.
El tiempo no ha pasado en vano para muchas de estas shophouses, muchas de ellas muestran cierto estado de decadencia melancólica. Las antiguas reminiscencias perviven en los callejones del casco antiguo de Georgetownn como un homenaje al pasado.

Estilos y evolución de las shophouses en Georgetown
Penang es un lugar perfecto para volver a empezar la nueva ruta, es una ciudad que desborda cultura, design, buena comida callejera en los food courts y además es famosa por su street art. Fue el artista Ernest Zacharevic quien ayudó a poner a Penang en el mapa mundial gracias al éxito de sus intervención “Mirror George Town” en 2012, durante el festival anual local. El trabajo de Zacharevic se convirtió entonces en algo icónico, tanto que logró convertir a Georgetown en una ciudad muy popular tanto en Malasia como en el mundo.
Buscar y encontrar las obras de arte urbano que adornan las calles de Georgetown se ha convertido en un ritual para todos los que visitan la ciudad. La gente hace cola para fotografiarse con las obras más conocidas.
Anteriormente al éxito de los graffitis, la ciudad apuntaba a maneras y en el año 2010, el Gobierno del Estado de Penang patrocinó la instalación de una serie de obras de arte callejero. Caricaturas del artista malayo Tang Mun Kian, construidas con barras de acero por el Estudio Sculptureatwork, informan sobre las tradiciones y la cultura local, así como algunos datos sobre determinados aspectos de la calle en las cuales están situadas.
Más allá del diseño, la mezcla de culturas que se vive en estas calles hace que en pocos metros puedas degustar platos que te hacen viajar a miles de kilómetros sin levantarte de la mesa. La población de esta ciudad tiene orígenes tan diversos que las calles están plagada de templos budistas, taoístas, hinduistas, mezquitas, iglesias cristianas y un cementerio judío. Hago una mención especial a la calle Jalan Masjid Kapitan Keling, conocida como “la calle de la armonía”. Este lugar debe ser uno de los pocos lugares del mundo en el cual se encuentran a distancia de decenas de metros una mezquita, un templo hindú, un templo chino y una iglesia cristiana. El la calle paralela, encontararéis el templo budista de la ciudad.
En las calles de la ciudad se mezclan todas las razas, todas las lenguas y todas las religiones para formar uno de los ambientes más cosmopolitas y fascinantes que jamás he visto. Georgetown es el lugar ideal para empezar el nuevo viaje, una mezcla entre lo que me es más cercano (cultura cristiana), lo visto en los últimos meses (la cultura budista y china) y lo que está por conocer (cultura hinduista e islámica).