El urbanismo excéntrico de Naypyidaw
En mi vista por Birmania no quería dejar pasar la oportunidad de ver una de las ciudades más peculiares y poco conocidas del planeta. En la historia de la arquitectura se han visto ya ejemplos fallidos de ciudades construidas ex-novo sin motivos sólidos como el de Brasilia, capital de Brasil. Pero esto que os voy a explicar va mucho más allá. Bienvenidos a Naypyidaw, la bizarra capital de Myanmar.
Construida en el medio de arrozales y campos de caña de azúcar, la ciudad fue declarada nueva capital por la junta militar en el 2005. Su coste de construcción rozó los 4 billones de Dólares, un gasto abominable teniendo en cuenta de que Birmania es el país del mundo que menos presupuesto anual destina a gastos sanitarios; un mísero 0,4%.
Conduciendo por las carreteras de Naypyidaw es fácil olvidar que estás en el medio del país más pobre del Sureste Asiático. La escala de esta ciudad es difícil de creer, yo mismo aluciné cuando la pisé por primera vez. Un total de 4600 km2 o lo que viene a ser 78 veces el tamaño de la isla de Manhattan.
Aquí absolutamente todo está sobredimensionado. Las calles están pensadas solamente para vehículos motorizados, carreteras y autopistas de hasta 20 carriles se estiran hasta que se pierden de vista por el horizonte.
Este es un lugar que sobrepasa lo bizarro. Puedes encontrar un parque zoológico con una sala climatizada para pinguinos, un parque con espectáculo de fuentes luminosas cuatro veces más grande que la Ciudadela, cuatro campos de golf, un museo de gemas y joyas, un eco-resort con toboganes y una playa artificial a las orillas del lago. Hasta hay una réplica de la pagoda Shwedagon de Yangón cuyo interior por cierto, según mi parecer, es uno de los templos religiosos más bonitos del país.
Parece que hay de todo lo necesario en Naypyidaw para que viva una vanidosa élite militar, lo único que faltan son personas. Las enormes autopistas y carreteras están prácticamente vacías. Nada se mueve en esta ciudad. Las calles son silenciosas, los hoteles y restaurantes vacíos. La junta militar informa de que la cifra de habitantes roza el millón, las información que circula por otros canales indica que la cifra no llega a los 100.000 habitantes. La mayoría son funcionarios y un ejército de encargados de mantenimiento.
Todas estas personas viven en una única zona residencial en la cual los techos de los edificios están pintados según el ministerio o la categoría en la que trabaja la gente (me pregunto que sentido tiene si los techos solamente son visibles a través de Google Maps). En estos bloques de viviendas de cemento de bajo presupuesto, los funcionarios de rango inferior viven en apartamentos de tamaño medio mientras que los encargados de mantenimiento en pisos más pequeños. Obviamente los militares de alto rango viven en opulentas mansiones.
No hay espacios comunes, plazas ni lugares de reunión. Solo se puede ir del trabajo a casa o a unas de las atracciones/parques controlados por la junta. Es un modo sutil de evitar que las personas discutan, hablen o se reúnan fuera del espectro del control militar.
El origen de Naypyidaw está rodeado de rumores y especulaciones. Algunos la describen como un capricho de Than Shwe, líder militar del país. Otros dicen que es fruto de su demencia. La teoría que gana el premio a la conspiranoia es la que explica que la junta, movida por un miedo paranoico a una invasion estadounidense, decidió mover la ciudad lejos del mar y de cualquier otro centro habitado y que estas enormes carreteras servirían como pistas de aterrizaje en caso de emergencia nacional.
Más allá de cualquier teoría o conspiración, ahora la capital se encuentra más cercana a las regiones que hoy en día son focos de rebelión de los movimientos separatistas que luchan por la igualdad de derechos de las etnias más oprimidas.
Como nota curiosa aquí os dejo un episodio del aclamado show televisivo de la BBC Top Gear, que visitó la capital durante su viaje por Birmania. Jeremy Clarkson, Richard Hammond y James May disfrutando como niños de los 20 Lanes Road.